sábado, 4 de junio de 2011

La Importancia de La Inteligencia emocional

La Clave es Rodearte de Inteligencia Emocional
querer el bienestar de su gente. Es el ideal y el único camino que existe, no hay otro. Sino siempre hacemos autopsias,
llegamos tarde. Lo bueno es elaborar un plan para darle
inteligencia emocional a los empleados. Los grandes problemas no son operativos, son de relaciones interpersonales.
Las empresas a veces cometen el error de entrenar a su
gente en la destreza de lo que tienen que hacer, pero no en
la destreza de la inteligencia emocional. Cuando se arma un
programa de cuidado hacia la gente, sistemático y permanente, no debe ser sólo para que se trabaje mejor, sino para
que sean mejores personas. El empleado esto lo valora enormemente porque se siente cuidado. Además le están dando
herramientas que no solamente sirven para mejorar el clima
laboral, sino para mejorar su vida en general.
Es básico, si yo mejoro, si yo cuido a la persona y le doy
herramientas para mejorar el clima laboral, y si el clima laboral es bueno, va a mejorar la producción. Ganamos todos.
¿Debido a qué, las personas llegan a una situación de
autoboicot?
Por la culpa, la culpa es un sentimiento que dice que “tenés
que pagar peaje y el peaje es el dolor”. No alcanzaste el
ideal, el debes que se te impuso desde afuera o internamente. Entonces tenés que sufrir. Por ejemplo, una persona se
autoboicotea cuando consigue una buena pareja y la cela.
Son situaciones que llevan a sentir “no merecés disfrutar lo
que tenés”. La señal más clara de autoboicot es la queja,
todo quejoso es un culpógeno. La queja es un displacer que
yo invento para no disfrutar lo que tengo. Ejemplo, conseguí trabajo pero me queda lejos. La culpa está muy instalada en la gente desde el ámbito religioso, familiar y cultural.
Los argentinos somos de la cultura del sacrificio. Preguntamos: ¿Cómo estás? y el otro contesta: “luchándola”, “pele-
ándola”. No podemos decir bien y listo. La envidia también
contribuye al autoboicot. Es una de las emociones tóxicas
más comunes en los grupos laborales. El envidioso se compara y ahí es cuando se activan dos emociones, destruir lo
envidiado, o destruir al envidiado. El envidioso como tiene
baja estima es inseguro y destruye. Para las personas con estima sana, que no es comparativa ni competitiva, el otro es un
motivo de inspiración. “Si vos lo lograste, yo también”. Una
buena opción para evadir la envidia es no contar nuestros
éxitos a cualquiera. Y si un envidioso se entera, descalificarnos nosotros estratégicamente. A la pregunta“¿Che así que
te ascendieron?”, contestar: “Si pero vos viste como es este
trabajo, en cualquier momento me echan”.
¿No es contradictorio? En esa autodescalificación
estratégica no somos sinceros…
No, porque con esas personas tenemos que establecer límites. No hay que idealizar a nadie. Todos tenemos partes buenas y malas. Cuando idealizamos ponemos todo lo bueno
afuera y todo lo malo en uno, y uno termina sintiéndose
perseguido por el objeto idealizado. Otra cosa muy importante para poner límites es aceptar que nadie es billete de
100 pesos para que lo quiera todo el mundo. En las empresas todos vamos a tener la ley de los tres tercios. Un tercio
de gente que nos quiere, un tercio de gente que nos odia y
un tercio de gente que no nos conoce pero va a opinar de
nosotros. Sólo tenemos que concentrarnos en la gente que
nos quiere. No engancharnos con los otros.
¿Cómo reconocer a una persona tóxica?
Te das cuenta porque aparece la descalificación. Cuando
alguien critica a otra persona, es probable que lo esté envidiando. Los logros siempre despiertan envidia de la gente
que tiene la estima en mal estado. Una persona tóxica no es
alguien con conflictos, es alguien cuya adicción emocional es
destruir al otro. Necesitan descalificar y destruir. La autoaceptación no tiene nada que ver con los logros. Una persona
puede tener doctorados, ser jefe y ser la persona más insegura de toda la empresa. La estima tiene dos brazos, dignidad
y eficacia. Dignidad: yo me lo merezco. Eficacia: yo puedo.
Esa paz entre el yo me lo merezco y el yo puedo, es algo que
se da uno mismo. Cuando una persona busca sentirse merecedor a través de la gente y del reconocimiento, esa persona
se vuelve co-dependiente y nunca termina de aceptarse. Por
eso hay mucha gente intelectualmente brillante y afectivamente inmadura, los dos caminos no son paralelos.
¿Un entorno perjudicial es suficiente para que una
persona trabe su desarrollo? ¿Por qué?
Hay tres niveles de conexión, uno es el mundo interno, el
otro es el ambiente cercano o próximo y el otro la estructura. Yo puedo ser una buena persona, tener recursos internos
pero mi entorno, mi atmósfera laboral o familiar ser la peor.
Eso va a ejercer una enorme influencia y un freno al potencial que yo tengo. Lo macro, lo social, también puede ser
tóxico. Ahí necesitamos modificar los tres ámbitos, aunque
en el macro no tenemos mucho acceso a modificarlo. Cuando en un ámbito laboral no se explotan lo suficiente las
potencialidades que tenemos o quienes lideran son líderes
tóxicos, en vez de desatar el potencial nos enfermamos.
Hace muy poco un médico inglés me comentó que en Inglaterra muchos hombres se mueren los lunes a media mañana de infartos, por el estrés.
¿Cuán importante es la motivación?
Muy importante. Si el liderazgo y la cultura de la empresa conforman una cultura sana, donde el contrato explicito e implí-
cito es claro y las normas culturales de la empresa son sanas,
el clima laboral es óptimo. Porque hay motivación y la motivación es la energía más importante que puede haber en una
empresa. Como en un equipo de fútbol, 11 motivados son 30
y 11 desmotivados son 2. El error de los líderes es hacerle
hacer cursos de entrenamiento solamente a los de abaj



La clave es entrenarnos para el manejo de la ira. El gran problema de muchos es la violencia acumulada. Toda frustración acumulada es violencia expresada. La ira es una emoción normal y universal. La violencia es una conducta
patológica. Cuando la ira no se sabe manejar se transforma
en violencia. Es común que un cliente descargue sobre el
que un empleado que lo atiende, todas las frustraciones que
tiene acumuladas. Es fundamental aprender a cuidar nuestra salud emocional. Porque en el trabajo se está hoy y
mañana quizás no. Hay que recuperar las pasiones y correr
detrás de nuestros sueños porque nadie lo va a hacer por
nosotros. El trabajo tiene que ser un trampolín para alcanzar
nuestras pasiones y sueños, no ser el sueño en si mismo.
Volver a conectarnos con lo que nos apasiona, con lo que
nos hace trascender, eso hay que hacer y la ira desaparecerá. No sirve de nada tener un buen trabajo, tener un futuro
asegurado y estar frustrados por dentro. Hay que ir en busca
de los sueños.
La mejor opción además para evadir las agresiones es aprender a ignorar, no engancharse. Poner límites y no tomarlo de
manera personal, sino saber que la persona está descargando su queja y es un problema interno. Por sobre todas las
cosas, siempre que el otro o uno mismo esté enojado, no
hay que resolver nada, no hay que tomar decisiones cuando
hay emociones intensas. Menos por mensaje de texto, por
mail o por teléfono.
En los ámbitos laborales no hay que resolver ningún tema
trascendente ni por mail ni por teléfono. Tiene que ser cara a
cara, se necesita hablar y verse las caras. Por mail podes darle
al tema un sentido emocional que no lo tiene. Porque vemos
por la emoción predominante, si yo estoy triste todo lo veo
triste, si estoy enojado me jode todo, si estoy contento todo
está bien. Antes de comunicarme con el otro es importante
saber cuál es la emoción predominante mía y la del otro.
¿Qué es necesario que una persona sepa o con qué
debe contar para desarrollar su potencial?
Tiene que tener la estima sana. La estima es la plataforma
para lograr cualquier cosa. Lo que pasa es que la estima es
un tema tan trillado y tan hablado, que se mal entiende. La
estima es dignidad, darse permiso, la liberación de todas las
culpas y la eficacia, saber que tenemos el potencial, la habilidad y la capacidad para lograr nuestros sueños. Cuando yo
tengo una de esas dos áreas lastimada voy a necesitar para
compensar eso, llamar la atención, competir, envidiar, ser
tóxico. Pero cuando yo estoy sano en esas dos patas y estoy
en paz conmigo mismo es muy probable que me lleve bien
con la gran mayoría de la gente.
¿Todos pueden conseguir lograr el éxito con sólo proponérselo? ¿Cuáles son las principales virtudes de las
personas que logran lo que quieren?
Proponérselo es el primer paso. Éxito es alcanzar una meta.
Hay que estudiar a la gente exitosa y hacer habitualmente lo
que hacemos ocasionalmente. Tengo que saber dónde quiero llegar. Si no se cuál es blanco, como voy a apuntar la flecha. Trabajar en equipo, tener un mentor (alguien que ya
logró lo que yo quiero lograr), transformar los fracasos en
crecimiento, saber conectar con el otro. Son una serie de
principios y de hábitos para aprender e implementar en el
camino del éxito.
Una meta no es querer más paz, más amor. Eso no es una
meta, tiene que ser algo medible y cuantificable. Que yo
sepa que llegué, además tiene que ser más grande que mi
presente, para que me motive. Y no hay que boicotear los
sueños antes de realizarlos.
¿Se puede hablar de espiritualidad en las empresas?
La espiritualidad tiene que ver con los valores, con los sue-
ños, con la fe y con lo trascendente. Activar la fe es la energía más poderosa que podemos lograr. Una persona motivada puede mover montañas. Muchas personas buscan
conectarse con espiritualidad. Por eso los libros de autoayuda son los más vendidos, porque la gente está buscando
herramientas para concretar y para repensar algunos temas.
Las empresas que valoren de manera práctica todo lo que
tenga que ver con el desarrollo interior y la espiritualidad de
las personas van a crecer sin límite. Cuando descubran que
apostar a esto les trae mejor clima, mejor rendimiento,
mejor producción y más ganancias lo van a hacer por eso, y
la gente va a estar agradecida. Porque el trabajo va a ser un
centro de entrenamiento y no solo de producción y maltrato. La cultura del látigo tiene que desaparecer. Si yo logro
aprender a motivar, voy a lograr mucho.
Bernardo Stamateas es Licenciado en Psicología; terapeuta
familiar y sexólogo clínico. Se desempeña como conferencista internaciona

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